Ya con la primavera, en plena ebullición, llegan las carreras más importantes y vistosas de la temporada de atletismo. Pocas carreras hay en nuestro entorno más espectaculares, exigentes y emocionantes como la maratón de Madrid. Como bien dice el eslogan... más de 42 Km de puro Madrid, pasando por lugares tan emblématicos de la capital como el Paseo de la Castellana, Plaza Castilla (con las Torres Kio), Puerta del Sol (no precisamente para comernos las uvas), Gran Vía, Casa de Campo, Estación de Atocha o el Retiro.
El reto en esta ocasión es intentar bajar de las 3 horas (una marca muy respetable y señalada en rojo por gran parte de los maratonianos no profesionales). Será bastante complicado debido al perfil irregular del recorrido madrileño y la previsión de calor primaveral. La única marca de referencia en esta distancia la tenemos en 3 horas 40 min procedente de nuestra primera participación (y hasta el momento la única) en la maratón de Madrid de hace justo 3 años, fácilmente superable en esta ocasión debido a que en aquella carrera corrí con una operación de apendicitis aún coleando, que había frenado en seco mis últimas semanas de preparación.
Para los que os gustan las leyendas, aquí teneís la historia del primer maratoniano...
Al conocer esto, los griegos decidieron que si las mujeres de Atenas no recibían la noticia de la victoria griega antes de 24 horas, coincidiendo con la puesta del Sol, serían ellas mismas quienes matarían a sus hijos y se suicidarían a continuación. Los griegos ganaron la batalla, pero les llevó más tiempo del esperado, así que corrían el riesgo de que sus mujeres, por ignorarlo, ejecutasen el plan y matasen a los niños y se suicidasen después.
El general ateniense Melcíades el Joven decidió enviar un mensajero a dar la noticia a la polis griega. Y aquí se mezcla la historia con la leyenda: Filípides, además de haber estado combatiendo un día entero, tuvo que recorrer una distancia de entre 30 y 35 km para dar la noticia, puesto que la ciudad de Maratón está al noroeste de Atenas, a no mucha distancia. Tomó tanto empeño en llegar a su destino a la mayor brevedad que, cuando llegó, cayó agotado y antes de morir sólo pudo decir una palabra: "νίκη" ( -Níki- victoria en griego antiguo)."
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