Este Blog ha sido creado por Fernando Pisón y Daniel Lozano con el objetivo de dar a conocer todo nuestro camino, de principio a fin, en la preparación de nuestro primer Ironman. Para ello iremos publicando nuestras experiencias, consejos, artículos técnicos e información general que puedan ser útiles para captar nuevos adeptos a esta disciplina y ayudar a todas las personas que hayan decidido convertirse en hombres o mujeres de hierro.

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miércoles, 9 de febrero de 2011

Natación en el mar

Puede parecer surrealista pensar que durante gran parte de mi infancia fui nadador, viviendo en una isla, y que seguramente puedo contar con los dedos de las manos las veces que he nadado en el mar (nadar en sentido deportivo). De hecho, este fin de semana creo recordar que ha sido la primera vez en mi vida que me ponía hacer kilometraje en agua salada.
En un principio no parece que la cosa pueda cambiar demasiado. Antes de empezar pensé: "agua ´más fresquita, tendré que nadar un poco mas rápido para entrar en calor, agua salada, tendré que nadar con la boca cerrada sin llenarla de agua..."
La primera de las premisas se cumplió antes de poder empezar. A pesar del radiante sol, la piel no engaña. El agua (oceáno Atlántico) estaba sensiblemente más fría que los 27 ºc que puede llegar a haber en la piscina cubierta de Aravaca en pleno invierno de Madrid.
Tras 5 minutos con el agua por las rodillas, retorciéndome cada vez que venía una ola y aguantando las risas de mi padre y mi hermana, conseguí zambullirme en el agua y avanzar unos cuantos metros mar adentro.
Las condiciones del mar eran bastante favorables, protegido por "la barra", una barrera rocosa natural que traza una línea paralela a la playa de las canteras, el oleaje era muy moderado. EL fondo bastante claro ayudaba a la distracción. Intercalando fondos arenosos con fondos rocosos, pequeños bosques de algas y algún pez que otro, iba avanzando a favor de la corriente a buen ritmo y sin dificultad.
Una de las mayores diferencias que noté respecto a nadar en piscina fue la orientación. A pesar de que mi nado es bastante regular y recto, la ausencia de la "raya pintada en el fondo de la piscina" hace que de vez en cuando, alterne alguna respiración hacia el frente para poder confirmar la correcta dirección, y evitar chocar con otros posibles nadadores o acercarme a rocas salientes.
Llego hasta uno de los extremos de la barra, donde la playa pierde parte de protección a las corrientes. Se nota que la visibilidad empeora considerablemente. Paso de poder ver el fondo y unos 10 metros al frente, a no ver ni el fondo por el movimiento de la arena. También se va notando como va subiendo la marea, y como en esta zona, el oleaje es más fuerte. Más que oleaje, se notan ondulaciones que me desplazan lateralmente 5 metros hacia la playa, y a los pocos segundos 5 metros mar adentro.
Cambio de dirección, e inmediatamente noto como mis brazadas pierden efectividad. Existe muchísima diferencia entre nadar con la corriente a favor, a nadar con la corriente en contra (y eso que era un día con mar tranquilo y en una playa muy recogida). El avance es mucho menor, al igual que el margen de maniobra frente al oleaje. También aprecio como las ondulaciones dificultan la brazada ya el movimiento no es tan efectivo ni regular como en la piscina.
Sin duda, considero casi obligatoria una buena preparación en mar abierto antes de realizar cualquier prueba de triatlón que se vaya a celebrar en el mar. Es importante acostumbrarse a las diferencias y sobre todo aprender a convivir con la corriente, el oleaje y perderle el miedo a la falta de visibilidad en algunos momentos de la prueba. Otro consejo práctico aunque tal vez no muy higiénico, es no olvidar de escupir los cristales de las gafas de natación antes de entrar en el agua. Con ello evitaremos que se nos empañen durante la práctica deportiva.

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